Road movie a través de España

''¡Qué taaaaal, Marizombi!'', me suelta un muchacho delgado con una sonrisa lobuna cruzándole la cara. Se da un aire mezcla Lee Marvin-Steve McQueen, como buen tipo duro de las pelis antiguas de cine negro. A este delincuente lo voy a llamar Tuco, por dos razones: la primera es que no le gusta su nombre, porque hay muchos que se llaman así y él debería tener un nombre único e intransferible. La segunda es porque le chifla el personaje que Eli Wallach interpreta en ''El bueno, el feo y el malo''.

Mi amigo Tuco está viajando por España a lomos de una Honda Shadow, y va escribiendo su experiencia en un cuaderno que dentro de poco no tendrá páginas suficientes para recogerlo todo. Te vas a tener que comprar otro, chaval. Su viaje está apadrinado por Luis Buñuel, quien desde el limbo de los genios vela porque no salga la Santa Compaña y se lo lleve a la tumba. Los muertos no le preocupan. Tuco duerme en cementerios o ermitas, y alguna que otra vez se permite el lujo de dejar descansar sus aventureros huesos en un hotel. Entre otras muchas cosas, él es una especie de Hemingway a la española, o un Dennis Hopper que silba entre dientes ''Born to be wild'' mientras contempla los paisajes de este nuestro país por carreteras secundarias. Lo es todo menos convencional. Tampoco se las da de nada, por eso cuando vino a visitarme me sentí cómoda desde el minuto uno. Será un tópico, pero hay personas a las que acabas de conocer que parece que son tus amigas desde hace años. Este fue el caso, igual que lo fue cuando conocí a Yolanda, alias Válvula Ignatiana-Bica Mantecada.

En el tiempo que estuvimos de charloteo, papeo y bebercio, conversamos sobre mil cosas. No hay como los despachos (bares) para contar confidencias, hablar de algún libro, cine, política, etc. Un día da para mucho, sobre todo cuando quien tienes enfrente sabe hablar y escuchar. Como buen escritor (que lo es), a Tuco le interesa lo que le cuentas. Le interesa de verdad, no lo finje. Y a mí también me enganchó lo que me contó porque no sólo fue interesante, sino que él lo hizo entretenido. Tuco es una novela con patas, además de guasón y con un puntito canalla. Pero también es un sentimental. Sí, niños y niñas, los tipos duros son sentimentales por definición. Que se lo digan a Bogart, si no. Para los escritores con espíritu romántico no existe el miedo, ni el frío (ejem, necesitas una chupa), ni el hambre. Agarran una moto, viven la carretera, visitan a los amigos y luego puede que nos lo cuenten.

Rubio: si lanzas tu relato viajero espero que me des permiso para tener el honor de publicarlo en este foro-blog-COSO, que úlltimamente está falto de talento. Ha sido un placer conocerte, figura.

P.D. Queda pendiente que te haga una visita con Yolanda, aunque la tenga que llevar endrogada   

Va por usted   

Vaya vaya, Marizombi, así que te van a visitar y no nos avisas antes para que vayamos a hacer bulto. Ni siquiera has llamado a Worthington para que os lleve en el Rolls Royce por todo Orense. Se va a enfadar, ya verás, jajajajaja.

Fuera coñas, me alegro mucho de que poco a poco vayan a ir a hacerte compañía a Mordor, que estás muy solica allí con tanto gallego impertinente dándote la chapa en la terraza. Oye, tu amigo Tuco también me recuerda algo a Michael Fassbender. Empiezo a sentir cierta envidia, y ya sabes que eso es peligroso en mí MUAHAHAHAHAHAHAHA.

Buenos días   

Deja a Worthington con el Rolls. Prefiero no morir todavía   

Oye, si te recuerda a Fassbender será porque has visto alguna foto. Ya te vale a ti con el espionaje, Frank.

Milady, ¡¡cómo es que no me avisó!! Con lo que me gustan a mí los tipos duros, no tiene usted corazón ni tiene alma, ¡snif!   

Sepa que cuando estoy sobrio conduzco el Rolls maravillosamente, ya me lo decía mi prima Mildred cada vez que la llevaba al centro de Londres. En fin, me ha gustado mucho su retrato pero no le perdono que no me avisase. Me retiro a mis aposentos francamente dolido, sépalo usted.

Worthington, no puedo responder a sus remilgados gemidos porque tengo una galvana que no vea. Siento que me abandona la inspiración. AY.