Una hermosa historia...
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Una hermosa historia...
... de canibalismo. Muy apropiada para los tiempos que corren y para que miss Ignatiana sepa que hay aventuras más desagradables que subirse a un Talgo destartalado lleno de borrachos.
Érase una vez un tipo muy curioso llamado Alexander Pearce. Estamos en la vieja y deprimida Irlanda de 1790. En este contexto nada favorable nace nuestro amigo Alexander, quien deambulaba por las calles buscando fortuna o simplemente algo que llevarse a la boca. Robaba, estafaba, trapicheaba. Lo justo para ir saliendo adelante. Pero un mal día las cosas se le torcieron de una manera terrible. ¿Qué pasó?... pues que robó seis pares de zapatos, y tras un juicio injusto le sentenciaron a la desmesurada pena de siete años de trabajos forzados en Australia. Por aquel entonces, Australia era colonia británica. Y era usada por tan benevolentes colonizadores como cloaca para enviar lo que le sobraba. Qué salaos los british, tan civilizados ellos y en absoluto racistas y saqueadores, ¿verdad?. Un encanto.
Bien, pues allá fue nuestro desgraciado amigo sabiendo que no podría soportar tanto tiempo en un lugar semejante al Infierno, en los confines de la Tierra. El presidio de Bandenberg estaba rodeado por miles de kilómetros de terreno cenagoso, inhóspito, imposible para la vida. Los presos morían como consecuencia de la mala alimentación, los trabajos forzados y el maltrato, así que Pierce hurdió un plan para largarse de allí como alma que lleva el diablo. Realmente, los carceleros no se molestaban demasiado en perseguir a los presos, porque sabían que si huían la dureza del terreno se encargaría de matarlos.
Al cabo de tres años, Alexander trabó amistad con otros presidiarios que, como él, preparaban la huída. Llegamos a septiembre de 1822, Pearce se reúne con siete amigos que habían hecho acopio de vituallas. Al amparo de la oscuridad, los ocho se escapaban del penal a bordo de una pequeña embarcación. Nadie les perseguía, pero por delante les esperaba un calvario de inmensas llanuras de territorio pantanoso y despoblado. Unas vacaciones preciosas.
Por aquel horror emperazon a caminar los evadidos y, como era de esperar, los víveres les duraron esto y ná. Una semana nada más. Cuando se termino la comida, comenzó el rugir de tripas y los ocho amigos empezaron a no serlo tanto. Un buen día a Greenhill -el más arisco- se le ocurrió decir que como siguiera el hambre, acabarían comiéndose a alguno de la tropa. Nadie le hizo caso en un principio, pero claro, los días iban pasando y el hambre era cada vez más atroz.
Estando así las cosas de felices, Greenhill empezó a conspirar con su amigo Travers. Para elegir menú, mayormente. ¿Lo pilláis?. Mirando mirando, escogen a Dalton porque había sido condenado por chivato. Es natural. Un pájaro menos para cantar. Así pues, en un descuido de Dalton, va Greenhill, le asesta un hachazo ¡sasss! ¡crock! y le corta la cabeza. Acto seguido, ambos le cuentan lo sucedido al resto de componentes, que se quedan ojipláticos. Dicen ''pobre Dalton, pero bueno, ya que está muerto sería un feo detalle desaprovecharlo.'' Estando todo claro, procedieron a la preparación del plato. Greenhill extrajo corazón e hígado y los puso en las brasas. Los dejó al dente, un pelín crudos. Al principio algunos sintieron cierto desagrado, pero la gazuza es la gazuza y terminaron cenándose al bueno de Dalton. Criaturica.
El final de Dalton supuso también el final de su cuerpo, y quedaban siete. Siete que no veían más que un horizonte vacío. Adquirida esta sana costumbre gastronómica, comenzaron a fijarse en los dos más débiles. Ambos se vieron en la cazuela y salieron por piernas sin mirar atrás. Serían débiles, pero no tontos. Los cinco restantes empezaron a perseguiles enloquecidamente durante días, sin embargo los dos infelices consiguieron darles esquinazo recalando en un pequeño pueblecito. Estaban tan machacados que murieron allí como consecuencia del cansancio, la inanición y el susto morrocotudo.
Sólo quedaban cinco y Greenhill seguía teniendo hambre. Mal, mal rollo. Un bonito 15 de octubre, Bodenham fue a recoger raíces para echarse algo a la boca. Al cabo de unos minutos se escuchó el fatídico zasca del hacha de Greenhill. Los cuatro supervivientes se abalanzaron sobre el cuerpo de Bodenham sin dejar que pasara por el horno. Así, a lo crudo.
La situación se agravaba por momentos, ya que seguían sin encontrar nada más que comer y tenían mucho mucho miedo los unos de los otros. Mather fue la siguiente víctima de Greenhill, pero esta vez el hachazo no fue tan certero y lo dejó muy mal herido. Nadie se atrevía a rematarlo y dejaron que el pobre aspirante a cadáver rezase una última oración antes de servir de plato a sus considerados amigos. Una vez terminó la plegaria, matarile y a comer.
Quedaban Greenhill, Travers y Pearce. El primero no dejaba de tener hambre, y durante una acalorada discusión con Travers se lo cargó, esta vez con un hachazo en las tripas. Qué asco pero... se le toma el gustillo a la casquería fina.
Habían pasado dos meses de canibalismo. Tanto Greenhill como Pearce desconfiaban uno del otro. Lo normal en estos casos. Se vigilaban día y noche sin dormir, sabiendo que el primero en echar un sueñecito jamás despertaría de él. Así transcurrieron tres días de ojeras, hambre y miedo. ¿Quién se durmió?: el grandullón de Greenhill. En estas, Pearce le arrebató el hacha y se terminó para siempre la vida del más hambriento de los evadidos. Después de comer lo que pudo, Alexander prosigió su marcha no sin llevarse antes un brazo y una pierna de su amiguito. Caminando, caminando, se encontró con un pastor que tenía ganado y le dio de comer. No tuvo que comerse al pastor, afortunadamente.
Continuó su camino, pero era inevitable que terminaran atrapándolo y así sucedió después de dos meses de pasarlas estrechas. En 1823, Alexander Pearce vuelve a ser recluído en prisión. Así y todo, logró escaparse de nuevo. Su incauto compañero de viaje se llamaba Thomas Cox, quien terminó por servirle de alimento. Cómo no. Esta vez también le atraparon. Tras un juicio sumarísimo fue condenado a muerte por decapitación. Esta vez no se lo comieron, pero el doctor Crockett se quedó con la cabeza de Pearce. Le extrajo los órganos, hirvió la calavera para dejarla reluciente y años más tarde se la regaló al norteamericano Samuel Norton, gran coleccionista de calaveras. Desde entonces, la cabeza del caníbal irlandés reposa agradablemente en la Academia de Ciencias de Philadelphia.
En fin, toda esta movida por robar seis pares de zapatos. Esto es reinserción y lo demás es tontería, ¿que no? La profunda conclusión filosófica que se puede extraer de semejante periplo vital, es que antes de escapar de cualquier prisión debemos comprobar si hay un Carrefour cada 10 kilómetros.
FIN
Érase una vez un tipo muy curioso llamado Alexander Pearce. Estamos en la vieja y deprimida Irlanda de 1790. En este contexto nada favorable nace nuestro amigo Alexander, quien deambulaba por las calles buscando fortuna o simplemente algo que llevarse a la boca. Robaba, estafaba, trapicheaba. Lo justo para ir saliendo adelante. Pero un mal día las cosas se le torcieron de una manera terrible. ¿Qué pasó?... pues que robó seis pares de zapatos, y tras un juicio injusto le sentenciaron a la desmesurada pena de siete años de trabajos forzados en Australia. Por aquel entonces, Australia era colonia británica. Y era usada por tan benevolentes colonizadores como cloaca para enviar lo que le sobraba. Qué salaos los british, tan civilizados ellos y en absoluto racistas y saqueadores, ¿verdad?. Un encanto.
Bien, pues allá fue nuestro desgraciado amigo sabiendo que no podría soportar tanto tiempo en un lugar semejante al Infierno, en los confines de la Tierra. El presidio de Bandenberg estaba rodeado por miles de kilómetros de terreno cenagoso, inhóspito, imposible para la vida. Los presos morían como consecuencia de la mala alimentación, los trabajos forzados y el maltrato, así que Pierce hurdió un plan para largarse de allí como alma que lleva el diablo. Realmente, los carceleros no se molestaban demasiado en perseguir a los presos, porque sabían que si huían la dureza del terreno se encargaría de matarlos.
Al cabo de tres años, Alexander trabó amistad con otros presidiarios que, como él, preparaban la huída. Llegamos a septiembre de 1822, Pearce se reúne con siete amigos que habían hecho acopio de vituallas. Al amparo de la oscuridad, los ocho se escapaban del penal a bordo de una pequeña embarcación. Nadie les perseguía, pero por delante les esperaba un calvario de inmensas llanuras de territorio pantanoso y despoblado. Unas vacaciones preciosas.
Por aquel horror emperazon a caminar los evadidos y, como era de esperar, los víveres les duraron esto y ná. Una semana nada más. Cuando se termino la comida, comenzó el rugir de tripas y los ocho amigos empezaron a no serlo tanto. Un buen día a Greenhill -el más arisco- se le ocurrió decir que como siguiera el hambre, acabarían comiéndose a alguno de la tropa. Nadie le hizo caso en un principio, pero claro, los días iban pasando y el hambre era cada vez más atroz.
Estando así las cosas de felices, Greenhill empezó a conspirar con su amigo Travers. Para elegir menú, mayormente. ¿Lo pilláis?. Mirando mirando, escogen a Dalton porque había sido condenado por chivato. Es natural. Un pájaro menos para cantar. Así pues, en un descuido de Dalton, va Greenhill, le asesta un hachazo ¡sasss! ¡crock! y le corta la cabeza. Acto seguido, ambos le cuentan lo sucedido al resto de componentes, que se quedan ojipláticos. Dicen ''pobre Dalton, pero bueno, ya que está muerto sería un feo detalle desaprovecharlo.'' Estando todo claro, procedieron a la preparación del plato. Greenhill extrajo corazón e hígado y los puso en las brasas. Los dejó al dente, un pelín crudos. Al principio algunos sintieron cierto desagrado, pero la gazuza es la gazuza y terminaron cenándose al bueno de Dalton. Criaturica.
El final de Dalton supuso también el final de su cuerpo, y quedaban siete. Siete que no veían más que un horizonte vacío. Adquirida esta sana costumbre gastronómica, comenzaron a fijarse en los dos más débiles. Ambos se vieron en la cazuela y salieron por piernas sin mirar atrás. Serían débiles, pero no tontos. Los cinco restantes empezaron a perseguiles enloquecidamente durante días, sin embargo los dos infelices consiguieron darles esquinazo recalando en un pequeño pueblecito. Estaban tan machacados que murieron allí como consecuencia del cansancio, la inanición y el susto morrocotudo.
Sólo quedaban cinco y Greenhill seguía teniendo hambre. Mal, mal rollo. Un bonito 15 de octubre, Bodenham fue a recoger raíces para echarse algo a la boca. Al cabo de unos minutos se escuchó el fatídico zasca del hacha de Greenhill. Los cuatro supervivientes se abalanzaron sobre el cuerpo de Bodenham sin dejar que pasara por el horno. Así, a lo crudo.
La situación se agravaba por momentos, ya que seguían sin encontrar nada más que comer y tenían mucho mucho miedo los unos de los otros. Mather fue la siguiente víctima de Greenhill, pero esta vez el hachazo no fue tan certero y lo dejó muy mal herido. Nadie se atrevía a rematarlo y dejaron que el pobre aspirante a cadáver rezase una última oración antes de servir de plato a sus considerados amigos. Una vez terminó la plegaria, matarile y a comer.
Quedaban Greenhill, Travers y Pearce. El primero no dejaba de tener hambre, y durante una acalorada discusión con Travers se lo cargó, esta vez con un hachazo en las tripas. Qué asco pero... se le toma el gustillo a la casquería fina.
Habían pasado dos meses de canibalismo. Tanto Greenhill como Pearce desconfiaban uno del otro. Lo normal en estos casos. Se vigilaban día y noche sin dormir, sabiendo que el primero en echar un sueñecito jamás despertaría de él. Así transcurrieron tres días de ojeras, hambre y miedo. ¿Quién se durmió?: el grandullón de Greenhill. En estas, Pearce le arrebató el hacha y se terminó para siempre la vida del más hambriento de los evadidos. Después de comer lo que pudo, Alexander prosigió su marcha no sin llevarse antes un brazo y una pierna de su amiguito. Caminando, caminando, se encontró con un pastor que tenía ganado y le dio de comer. No tuvo que comerse al pastor, afortunadamente.
Continuó su camino, pero era inevitable que terminaran atrapándolo y así sucedió después de dos meses de pasarlas estrechas. En 1823, Alexander Pearce vuelve a ser recluído en prisión. Así y todo, logró escaparse de nuevo. Su incauto compañero de viaje se llamaba Thomas Cox, quien terminó por servirle de alimento. Cómo no. Esta vez también le atraparon. Tras un juicio sumarísimo fue condenado a muerte por decapitación. Esta vez no se lo comieron, pero el doctor Crockett se quedó con la cabeza de Pearce. Le extrajo los órganos, hirvió la calavera para dejarla reluciente y años más tarde se la regaló al norteamericano Samuel Norton, gran coleccionista de calaveras. Desde entonces, la cabeza del caníbal irlandés reposa agradablemente en la Academia de Ciencias de Philadelphia.
En fin, toda esta movida por robar seis pares de zapatos. Esto es reinserción y lo demás es tontería, ¿que no? La profunda conclusión filosófica que se puede extraer de semejante periplo vital, es que antes de escapar de cualquier prisión debemos comprobar si hay un Carrefour cada 10 kilómetros.
FIN
Dirty Harry- fan_insuperable
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Localización : Desde el Infierno
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Re: Una hermosa historia...
Bonita y tierna (como para hincarle el diente) historia del irlandés caníbal ¿Este Sr.Pierce es, por un casual,un antepasado del actor australiano protagonista, entre otras, de Memento o Priscilla la reina del desierto? Tendría su gracia que fuese así porque un Pierce comía gente y el otro (dicen muchas y muchos) que está para comérselo
Me han interesado sobremanera las vicisitudes de los fugados compañeros de fatigas del Sr.Pierce que acabaron sirviéndole de menú. A eso le llamo yo salir del fuego para caer en las brasas. Todo hay que decir que ellos eran caníbales por necesidad y no por gusto como el robazapatos irlandés quien la gozaba deglutiendo carne humana e incluso se volvió a fugar con un compañero para usarlo como víveres.
Pero, una cosa te voy a decir y no es mentira, prefiero mil millones de veces que me devore un antropófago en serie a volverme a subir en el borreguero de anoche. Ese puto trenhotel (que costó como el normal) era lo más parecido al motel de Norman Bates (rasgueo de violines) pero sin duchas y repleto de peregrinos borrachos chancludos apestoso y de niños hiperactivos chillones. La peor y más traumática experiencia de mi vida (y mira que he tenido para elegir) que ya me está creando graves secuelas psiquicofísicas ¡Ay! SUNFROOOOOOOOO
Me han interesado sobremanera las vicisitudes de los fugados compañeros de fatigas del Sr.Pierce que acabaron sirviéndole de menú. A eso le llamo yo salir del fuego para caer en las brasas. Todo hay que decir que ellos eran caníbales por necesidad y no por gusto como el robazapatos irlandés quien la gozaba deglutiendo carne humana e incluso se volvió a fugar con un compañero para usarlo como víveres.
Pero, una cosa te voy a decir y no es mentira, prefiero mil millones de veces que me devore un antropófago en serie a volverme a subir en el borreguero de anoche. Ese puto trenhotel (que costó como el normal) era lo más parecido al motel de Norman Bates (rasgueo de violines) pero sin duchas y repleto de peregrinos borrachos chancludos apestoso y de niños hiperactivos chillones. La peor y más traumática experiencia de mi vida (y mira que he tenido para elegir) que ya me está creando graves secuelas psiquicofísicas ¡Ay! SUNFROOOOOOOOO
Válvula Ignatiana- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Una hermosa historia...
Podría ser pariente de Guy Pearce, que además también nació en el Amperio Británico, jojojojo. Tienen un periplo desertil parecido y también culinario... fílmicamente hablando en el caso de Guy.
Sé que quieres olvidar esa experiencia traumática, pero me llega a pasar a mí y tienen ya la reclamación en la mesa. Eso se avisa, ¡COÑEEEEE! Deberían tener un vagón especial para niños y folloneros. Que se maten entre ellos.
Sé que quieres olvidar esa experiencia traumática, pero me llega a pasar a mí y tienen ya la reclamación en la mesa. Eso se avisa, ¡COÑEEEEE! Deberían tener un vagón especial para niños y folloneros. Que se maten entre ellos.
Dirty Harry- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 06/03/2008
Re: Una hermosa historia...
Pearce - Pierce, tanto monta monta tanto, montaraz. ¿Me estás diciendo que también Guy ha devorado carne humana? OYOYOYOYOY, la de cosas que se entera una en éste tu blog.
Una reclamación no servirá de ná, salvo para que pierda el tiempo haciendo cola y me ponga "estérica" Lo que tenía que haber hecho era matarlos a todos ¡A TODOOOSS! (pasaje y trabajadores incluídos)
Una reclamación no servirá de ná, salvo para que pierda el tiempo haciendo cola y me ponga "estérica" Lo que tenía que haber hecho era matarlos a todos ¡A TODOOOSS! (pasaje y trabajadores incluídos)
Válvula Ignatiana- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Una hermosa historia...
Sí, un poquito en una peli encantadora, jajajajaja. ''RAVENOUS" se titula. Os la recomiendo a todos vosotros ustedes.
Si matásemos por esas causas justificadísimas, el mundo sería infinitamente más habitable. Y pacífico.... y educado. Hombrequesí.
Si matásemos por esas causas justificadísimas, el mundo sería infinitamente más habitable. Y pacífico.... y educado. Hombrequesí.
Dirty Harry- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 06/03/2008
Re: Una hermosa historia...
Uy, pos habrá que ver los Rábanos esos ¿no morirá ningún perrete o gatete, por un casual? Que devoren carne humana me parece correcto pero nada de maltrato animal que me pongo mala JAJAJAJAJAJAJAJA.
Realmente hay gente que está pidiendo morir a gritos y además estarían muchísimo mejor si ni tan sólo hubiesen nacido. Lástima que una no pueda hacer una masacre selectiva, lástima...
Realmente hay gente que está pidiendo morir a gritos y además estarían muchísimo mejor si ni tan sólo hubiesen nacido. Lástima que una no pueda hacer una masacre selectiva, lástima...
Válvula Ignatiana- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Una hermosa historia...
Ay, hija, ahora mismo no recuerdo si muere algún animalejo. Pero si llevas un cojín no importa, jajajajaja.
¿Quién dice que no se puede? Muahahahahaha, hoy me dominan sanos sentimientos de odio.
¿Quién dice que no se puede? Muahahahahaha, hoy me dominan sanos sentimientos de odio.
Dirty Harry- fan_insuperable
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Re: Una hermosa historia...
Los cojines para películas de miedete deberían repartirse en las taquillas de los cines y no las gafulis esas de 3D que sólo sirven para llevarte sustos más gordos ¡Hombre,ya!
¿Sólo hoy? jajajajajajajajaaayyyy Odiar es sano porque depura el organismo y elimina toxinas, además es inevitable e inherente al ser humano. Si sentir el odio más profundo estuviese suCvencionado por las autoridades sanitarias, nos íbamos a forrar ¡Ay sí, ay sí!Dirty Harry escribió:...hoy me dominan sanos sentimientos de odio.
Válvula Ignatiana- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Una hermosa historia...
Si quieres redacto una carta a la Academia de Artes Cinematográficas con la petición. Si consigo que la firme mi padre te garantizo cojines en todos los cines de España jojojojojojojo.
Chica, sano no sé si será, pero inevitable del todo ya te digo yo que sí.
Chica, sano no sé si será, pero inevitable del todo ya te digo yo que sí.
Dirty Harry- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 06/03/2008
Re: Una hermosa historia...
Hombreeee ahora te escucho, cojines (con i) para todos, así no tengo que llevarme el mío de casa. Ya estás tardando en redactar esa carta firmada por el azote de las injusticias flagrantes.
Es tan inevitable que hasta nos odiamos a nosotros mismos, ya sea enteros o por partes. En estos momentos odio visceralmente (como no podía ser de otra manera) a mi aparato gastrointestinal y a su piutmoder ¡Ay!
Es tan inevitable que hasta nos odiamos a nosotros mismos, ya sea enteros o por partes. En estos momentos odio visceralmente (como no podía ser de otra manera) a mi aparato gastrointestinal y a su piutmoder ¡Ay!
Válvula Ignatiana- fan_insuperable
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Fecha de inscripción : 13/07/2012
Re: Una hermosa historia...
Aguarda a que escriba dos que tengo pendientes, y voy a por esa de los cines. Almohadones garantizados de por laif.
Odia a tu prójimo como a ti mismo. No hay más que añadir y voy a por the next post.
Odia a tu prójimo como a ti mismo. No hay más que añadir y voy a por the next post.
Dirty Harry- fan_insuperable
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