Todo bien, ¿no?

Cada vez más a menudo, tengo la sensación de vivir en una broma. Broma de país, broma de mundo, broma de todo. Es una broma pesada, claro, porque maldita la gracia que tiene. Aún así, me parece que las gentes no se enteran de nada por mucho que clamen al cielo, se escandalicen, protesten y se crean todos unos santos porque los malos son otros. Pues hijos, os presto una cruz, la escaláis y os claváis en ella ¿eh? Nadie es responsable de nada ¿verdad que no? Los responsables son LOS OTROS. Lo son, pero aquí cada cual tiene su cuota. En líneas generales, esto es así y tenemos lo que nos merecemos.

Pasando al terreno de la crónica negra diaria, andamos a vueltas con el ejemplar suceso del asesinato de un ultra del Deportivo de la Coruña. Una joyita el pobre desgraciado, perteneciente a la línea dura denominada ''Los suaves''. La palmó él como podía haber palmado otro del otro lado, o varios de ambas sectas de imbéciles que quedan para partirse la cara. Lo mismo da. Ultras de izquierdas, ultras de derechas, blablablabla. Todos cortados por el mismo patrón, todos delincuentes, la misma rata procedente de distinta alcantarilla. A estos tarados se los apoya y se los financia desde los propios clubes, así que la milonga de que ''esto no tiene nada que ver con el fútbol'', da risa. Como animan mucho y meten bulla, pues estupendo. La cla perfecta para venirse arriba hasta que sucece una desgracia. Y cuando ocurre, balones fuera. Yo no sabía, yo no he sido, son cuatro descerebrados, nadie asume la responsabilidad. No son cuatro descerebrados. Son muchos más y están organizados para liarla en el deporte y en el acontecimiento que sea menester, como hicieron Celtarras y Riazor Blues en los disturbios del barrio de Gamonal, en Burgos. Son enemigos acérrimos, pero les pareció muy bien establecer una tregua para arrasar con todo en Gamonal. Eso sí, la gente ''de bien'' decía por las redes sociales con el mechero encendido: ''todos somos Gamonal''. Encantador, snif, suspiro, pucheritos de emoción.

No soy una experta en este asunto tan complejo, y las pocas veces que pisé las gradas de un campo de fútbol jamás viví ninguna experiencia desagradable. Pero la violencia de grupos ultra en el fútbol no es nueva, ni aquí ni en el resto del mundo. El fenómeno hooligan en el Reino Unido pasó una factura terrible, y cuando la liga inglesa se pasó tres o cuatro años sin jugar competiciones europeas por la tragedia de Heysel, se tomaron medidas que surtieron efecto. Luego se puede cortar, si hay voluntad de cortar.

Me cae muy bien el presidente del Atlético de Madrid, sin embargo sus declaraciones fueron penosas, igual que las del presidente del Depor. A Laporta, sujeto del que tengo una pobre opinión, hay que concederle la valentía que tuvo a la hora de terminar con los Boixos Nois. Más tarde hizo lo mismo Florentino con los Ultra Sur del Real Madrid. No fue nada fácil para ellos, y he escuchado que algunos jugadores que no pasaron por el aro también sufrieron las consecuencias.

El remate en el día de ayer fue el del ex-presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, quien acudió a darle el pésame a la familia y amiguetes del asesinado de los Riazor Blues. Visualizadlo: ''Centollito'' (ese es su apodo en La Coruña) abrazándose a una serie de tipejos encapuchados al más puro estilo Scorsese. ''Jimmy era Uno De Los Nuestros, señor Lendoiro. Está en nuestos corazones, será vengado''. Qué estampa más bonita de la mafia. Espero que el enternecedor espectáculo estuviera regado por un melancólico orballo, típico de estas tierras. Paraguas negros, capuchas negras, pasamontañas... y el Capo estrechando las manos de sus secuaces a la vez que, disimuladamente, les entrega un billetito de cien euros por los servicios prestados. Ejemplar.

Después de que una juez liberara a taitantos angelitos con dos cargos de nada y a la cama sin cenar, malandrines, el suceso se irá difuminando hasta perderse en la memoria.

Vivimos en una broma en todos los ámbitos. Cosechamos lo que hemos sembrado, pero somos buenísimos. Que conste.

Cuánta razón tiene usted, milady. Tuve un sobrino hooligan y en cuanto lo supe, deje de dirigirle la palabra. Sus padres lo excluyeron del testamento y no entra en ninguna de nuestras casas.
Escoria.